El perro como compañero de trabajo en salvamento acuático

Se ha llegado a la conclusión de que un perro jamás puede sustituir el trabajo de un socorrista, pero sí puede aportar una valiosa e insustituible ayuda en el rescate cuerpo a cuerpo y en el rescate con multitud de materiales.

La raza más utilizada en los rescates acuáticos es la de perro Terranova, aunque hay otras razas, como el Labrador y el Golden Retriever que también son aptas.

Los Terranova son perros de grandes dimensiones, peso y fuerza (los machos pesan entre 65 y 70 kg, y las hembras entre 50 y 55 kg). Tienen patas palmeadas con membranas interdigitales, y una doble capa de pelo que aísla la piel e impide que se moje incluso en caso de inmersión. Estas características lo dotan de una gran potencia de remolque –1.500 kg–, y de una resistencia física y tolerancia al frío en agua superiores a las del humano. De hecho, este tipo de perros son muy utilizados en países nórdicos como perros de asistencia y rescate en expediciones.

Ventajas de trabajar con el perro

El socorrista puede nadar de forma más intensiva y disminuir el gasto de energía en el rescate de la víctima, ya que el perro se encargará del remolque de los dos.
Los rescates de múltiples víctimas se pueden realizar en menos de la mitad del tiempo que necesitaría un socorrista en solitario, debido a que el socorrista asegura a una víctima con el dispositivo de flotabilidad de rescate (DFR) y ordena al perro que la lleve hasta la orilla, y seguidamente el socorrista puede ir a socorrer a la otra víctima para remolcarla hasta tierra.
Incluso se realizan rescates  en piragua, en los que el socorrista lleva al perro a bordo hasta la víctima, entrega un DFR (aro salvavidas con línea de vida) a la víctima, el perro salta y la remolca hasta la orilla, mientras el socorrista sigue remando con la piragua hasta la siguiente víctima.

Al revés de lo que ocurre en otros grupos de rescate, en los que se aconseja que el perro se quede en la orilla con la víctima para proporcionarle calor, los profesionales del GRMN llegaron a la conclusión de que esto no era adecuado, debido a que en este caso el animal solo puede molestar y dificultar la primera atención a la víctima; por ello establecieron que el perro debe apartarse, conservar la posición de espera y dejar espacio al socorrista para que pueda realizar las labores de evaluación inicial y primeros auxilios de la víctima.

Los perros pueden ser entrenados para trabajar con un socorrista distinto a su guía cuando este no pueda realizar labores en el agua, siempre y cuando el socorrista haya realizado el curso de trabajo con el animal.

Mireya López



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